martes, 11 de junio de 2013

Papel prensa, la nueva verdad


Recordar los tres años de la apertura a prueba de la maniobra de apoderamiento de Papel Prensa es colocar en valor lo que significó –y significa– la colaboración de los tres diarios monopólicos con la dictadura militar.

Por:
Tiempo Argentino

–La publicación de la solicitada del 19 de Mayo de 1977 en la primera plana de los diarios La Nación, Clarín y La Razón, en la que los nuevos apropiadores de Papel Prensa informaban a la opinión pública que habían adquirido la empresa con la AUTORIZACIÓN de la Junta de Comandantes genocida. Además, aclaraban que el Estado Nacional "colaboró" para que la operación se concretara.

–O también la postal del Proceso: Jorge Rafael Videla, Ernestina de Noble, el general Saint-Jean y el coronel Ramón Camps encabezando la ceremonia donde se cortó la cinta de la planta de Papel Prensa en San Pedro. En esos dos hechos quedó revelado el pacto cívico-militar del Proceso, con la inclusión gravitante de los medios periodísticos.

Recordemos entonces que el gobierno nacional denunció una operación –para la transferencia de acciones de Papel Prensa– que se había realizado cometiendo delitos de lesa humanidad contra los integrantes de la familia Graiver y personal jerárquico que revestía en su holding empresario. De esta manera, se puso en claro un tema tabú para la clase política argentina, que había mantenido una actitud de sometimiento y complicidad con el Grupo Clarín, que marcó hasta entonces el perfil mediático de las corporaciones interviniendo en las más importantes decisiones del país.

El debate posterior echó más luz. Como nadie hubiera imaginado, hubo una oleada de sectores –supuestamente ligados a la causa nacional- que salieron sin tapujos a defender a Clarín y a las corporaciones mediáticas. De esta forma se mezclaron los delfines de la derecha institucional y los supuestos progresistas del discurso comprometido, en una abierta solidaridad con quienes habían cometido el delito de lesa humanidad. 

El caso Papel Prensa puso en valor qué pensaba cada uno y a qué intereses respondía. La contundente denuncia, el relato conmovedor de quienes habían sido vejados para apropiarse de las acciones y el relato sobre que las reuniones del saqueo se habían realizado en las oficinas patricias de La Nación, eran demasiado para la hipocresía del periodismo del sistema. Lo que nació como un acto de verdad sobre un hecho inocultable, había generado un estado de conciencia impactante en amplios sectores de la sociedad. Hasta ese momento, de ahí el mérito de Cristina y Néstor Kirchner, nadie había explicitado esta relación perversa de la prensa monopólica encorsetando a la democracia. 

Y comenzó un duro camino judicial, la causa estuvo más de dos años sin encontrar juzgado y costó mucho establecer el ámbito donde dilucidar este conflicto. Hoy, afortunadamente, hemos sido notificados de que comenzaremos a declarar la semana próxima. Magnetto y Mitre van a tener que explicar el motivo de sus charlas con el general Gallino (en 1977), en los campos de concentración dónde estaban los integrantes de la familia Graiver. Será aleccionador cuando un juez de la Nación les pida una rendición de cuenta de sus maniobras para apoderarse de las acciones en sociedad con la dictadura de Videla. 

Los momentos históricos son sencillos cuando ocurren, pero analizados con el tiempo modifican el juicio que a veces tenemos de ellos. Esta causa es el juzgamiento al periodismo que acompañó a la dictadura, a los empresarios de medios gráficos que silenciaron muerte, tortura y desapariciones durante los años que fueron del '76 al '83.Y que lo hicieron por dinero y poder.

Papel Prensa no es un juicio más, es saber hasta el final la matriz que utilizaron los genocidas, incluyendo a los sectores de civiles que los acompañaron.

Diario @JCiviles